¡Más! ¡Más! ¡Más!
¡Más rápido! Gritaban los montados en la inmensa rueda de la fortuna. Voceaban también para sus adentros ¡Otra! ¡Otra! ¡Otra! Y la rueda comenzaba a girar. Unos iban arriba, otros abajo , luego unos abajo y otros arriba. La inmensa rueda tenía dos vistas: una al horizonte y la otra al solado. Tenía también dos colores para los carros: unos negros y otros blancos.
La rueda de la fortuna estaba en un parque caprichoso y vacilante; por eso no era raro escuchar a los de arriba gritando de júbilo mientras que los de abajo suplicaban: ¡Otra Vuelta!